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Josefina Eguía

Josefina Eguía
Personaje de pintura del siglo XIX

Nadie me dijo que iba a ser tan difícil administrar una hacienda azucarera, y mucho menos tres. Cuando las heredé, busqué venderlas inmediatamente porque mi rol como esposa y madre no me permitían tener el tiempo suficiente para estar yendo y viniendo a San Vicente, San Antonio Chiconcuac y Dolores. Como la ley de ese entonces no permitía que las mujeres tuviéramos una personalidad jurídica, mi esposo, Anacleto Polidura, tuvo que dar la cara por mí en los juzgados cuando hubo problemas con la venta. Tuve una vida muy activa: fui promotora y conservadora de los principios católicos de mi hogar, hice actos benéficos en cofradías y hermandades y apoyé las actividades y funciones religiosas de nuestro barrio. Además, cuidé de mi madre viuda, de mis tres hijos e impulsé la carrera de mi marido mientras administraba mi hogar.

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Tres esperanzas para el futuro:

Deseo que las mujeres en el mundo entero tengan la opción de determinar si quieren o no ser madres; que puedan estudiar lo que ellas decidan y ejercer su profesión con un salario digno.
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