Anacleto Polidura

Jamás quise ser el típico hombre de mi época: un proveedor de alcurnia que tuviera en su poder muchas tierras, participara de forma activa en la política y tuviera una familia para procrear a su heredero. Al contrario, siempre me consideré una persona muy familiar y procuré constantemente a mi querida esposa, Josefina Eguía. Adoraba pasar tiempo con mis hijos, jugando con ellos, contándoles historias y escuchando cuáles eran sus sueños y anhelos. Por eso, en vez de tener un retrato donde apareciera como un pomposo caballero con aires de grandeza, preferí uno con mis dos hijos mayores e intenté que fuera en un contexto relajado y doméstico.