Eulalia Lucio
Artista del siglo XIX
A mucha gente no le gustan los bodegones. Les parecen aburridos porque solo retratan flores, frutas u objetos. Pero la naturaleza muerta tiene su encanto. Édouard Manet decía que era ″el referente de la pintura″ y no podría estar más de acuerdo con él. Crear armonía con lo inanimado es místico: tienes que encontrar el ritmo de las formas y la armonía de los colores. Es un memento mori, porque las flores, las frutas y los alimentos mueren y nos recuerdan lo fugaz de nuestra existencia. Me gusta jugar con los significados secretos de las cosas. Pintar un costurero, una cesta con madejas, una servilleta a medio bordar o un florero, manifiesta una realidad impuesta para las mujeres, donde pareciera que todas debemos saber hacerlo. Pintar una carrillera, un fusil o una botella de alcohol, muestra el estereotipo de los hombres como amantes de la caza. Mis obras le gustaron mucho a Porfirio Díaz, e, incluso, fui la única mujer mexicana que participó en la Exposición Universal de París de 1889.