La naturaleza muerta y los objetos de cocina son los protagonistas de esta escena, en la que Eulalia Lucio retrata la vida gastronómica de su tiempo. La pintora hizo de los bodegones su medio de expresión favorito.
En apariencia, la pintura refleja un espacio doméstico común de la época. Sin embargo, es posible interpretarla también como la representación del encuentro entre lo masculino y lo femenino, donde la caza y la cocina se presentan como actividades asociadas a cada género. Del lado izquierdo, se encuentran un arma y animales muertos, lo que indicaría que el hombre ha cumplido con su deber de proveer el sustento. Por su parte, la tarea de cocinarlos con el fin de alimentar a la familia quedaría en manos de la mujer y se encuentra en la canasta con verduras, la jarra y la servilleta del lado derecho. En conjunto, el cuadro presenta una metáfora sobre la división por género del trabajo en esa época.