Eulalia Lucio fue una de las más grandes pintoras mexicanas del siglo XIX, en una época en la que las mujeres tenían muy pocas oportunidades en las artes y la vida académica. Su infancia transcurrió en un ambiente privilegiado dentro de una familia interesada en la cultura. Su padre, el Dr. Rafael Lucio, fue profesor y coleccionista de importantes artistas, entre ellos José Agustín Arrieta, cuyas obras terminarían influenciando el trabajo de Eulalia Lucio.
Este bodegón es un testimonio del talento de Lucio para capturar texturas con gran precisión. Desde la humedad de la clara del huevo hasta la superficie apolillada de la mesa, la suavidad aterciopelada del durazno y la maestría en la representación de la luz que parece filtrarse desde una ventana, cada detalle se encuentra inmerso en un naturalismo sorprendente.