Ana María de la Campa y Cos

Tuve suerte de que mi familia estuviera adelantada a nuestros tiempos. Cuando mi madre murió, mis hermanas y cuñados heredaron su patrimonio. Mi padre, para no dejarme desprotegida, notarió a mi nombre un mayorazgo en Zacatecas. Esto me hizo dueña de una importante fortuna que creció cuando me casé a los 15 años con el marqués de Jaral de Berrio. Aunque la sociedad de la época estaba regida por hombres, jamás tuve miedo de expresar mi opinión y cumplir mis deseos. Esto me permitió ser benefactora de mi comunidad, encargar varias obras de arte a importantes pintores mexicanos y mandar construir edificios a los mejores arquitectos del país, tanto en mi tierra natal como en la Ciudad de México.