El virrey don Miguel José de Azanza aparece en esta pintura junto a tres representaciones de mujeres como alegorías de los valores que todo gobernante debía tener: sabiduría, fama y justicia. El retratado fue conocido por haber sofocado la llamada “rebelión de los machetes” en 1799, en la que un grupo pretendía hacerse del poder y expulsar a todos los “gachupines”, que era una forma despectiva de llamar a los españoles peninsulares.
Con el propósito de impulsar la política ilustrada de higiene y orden, por otro lado, el virrey de Azanza mandó a matar a cualquier perro que se encontrara en la calle. Se calcula que murieron cerca de 15 mil animales durante su gobierno. En Europa, los perros no eran considerados animales domésticos, sino una plaga que traía enfermedades. En América, en cambio, la convivencia con los perros era milenaria, hasta el grado de considerarlos sagrados y compañeros en el viaje hacia la muerte.