Rufino Tamayo fue un artista que buscó unir sus raíces mexicanas con las vanguardias internacionales. Por sus propios méritos logró llevar su arte a otras partes del mundo, considerándose a sí mismo como un mexicano internacional. En una entrevista en 1956 dijo: “Ser mexicano, nutrirme en la tradición de mi tierra, pero al mismo tiempo recibir del mundo y dar al mundo cuanto pueda: este es mi credo de mexicano internacional”.

Esta obra presenta a dos mujeres indígenas frente a un cableado eléctrico como símbolo de modernidad. Por medio del color, la perspectiva, las texturas y la armonía, marca las diferencias entre la vida rural y la urbana, los cambios que la modernidad trajo consigo y el proceso de adaptación que vivieron sus habitantes. El pintor evita caer en representaciones folkloristas e idealizadas en las que el desarrollo urbano está ausente. Logra mostrar, tanto con los cables eléctricos como con la barda ubicada al fondo, el paulatino crecimiento de la ciudad y cómo se conjuga la modernidad con la idea de tradición.