Esta pintura forma parte de una serie sobre los cuatro elementos. La agitación del viento aparece representada por los niños, los perros y las liebres que corren, y por los árboles con ramas que aparentan movimiento. Además, se muestra la utilidad del aire para ciertas actividades de la época.
La mujer en la puerta de la casa, por ejemplo, separa la pajilla del grano, una práctica que se realizaba en jornadas ventosas. Las calabazas se ventilan en la azotea para potenciar su sabor o para secarlas y aprovechar sus semillas. Los niños parecen haber roto un avispero y se protegen de los insectos. En lo alto, por último, una parvada hace alusión a la función del aire en la naturaleza, mientras que en la escena central los animales se muestran obedientes ante las indicaciones de sus manejadores.