La pintura de paisaje fue un género que Siqueiros empezó a explorar desde mediados de los años cuarenta y en los que incluyó la perspectiva aérea. Esta obra de la bahía de Acapulco, de pinceladas firmes y texturas suaves, forma parte de una serie en la que trabaja vistas del mar y sintetiza el dinamismo de su oleaje, así como la saturación cromática, gracias a la piroxilina.
Interesado en vincular la física y la química en el proceso artístico y motivado por crear un estilo artístico nuevo “para una nueva época”, Siqueiros aplicó materiales industriales en sus obras. Cambió el óleo por la piroxilina, un material a base de nitrato de celulosa que se usa en la industria automotriz. Siqueiros empezó a utilizar esta técnica en 1936 como parte de sus “ejercicios de materia plástica”, lo que aportó mucha textura y un movimiento particular a sus piezas.