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María Anna de Berrio y Campa

María Anna de Berrio y Campa
Personaje de pintura novohispana

Apenas pude sostenerme en pie y mis padres ya me habían vestido con un chiqueador, un lujoso vestido, anillos, aretes, pulseras y collares. La pequeña campana que sostengo con mi mano derecha representa las virtudes femeninas que debía tener en la sociedad novohispana: pureza, honestidad y buena voluntad. Decían que estas características harían de mí una buena esposa. La manzana en mi mano izquierda, acompañada de los otros frutos de mi retrato —el racimo de uvas y la pera—, es un deseo para tener una descendencia fructífera que prolongara los títulos nobiliarios de la familia.
Estos presagios fueron atinados hasta cierto punto. Me casé a los 15 años, pero mi matrimonio fue tan tortuoso que mi divorcio fue la comidilla de toda la ciudad. Tuve cuatro hijos, mi primogénito murió de niño y los otros tres terminaron peleados por mi herencia, diluyendo por sus disputas el legado familiar. Aunque usaban mi ejemplo para el dicho barroco ″De la mar, la sal, de la mujer mucho mal″, estoy convencida de que tuve una vida plena.

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Así contribuyo en mi comunidad:

Siempre hay que preocuparse por la gente que trabajaba con uno. Junto con mi madre, nos esforzamos por tratarlos con dignidad y darles condiciones en las que pudieran desarrollarse en lo económico, lo social y lo educativo.
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