Matheo Vicente de Musitu y Zalvide

Hay muchas leyendas sobre mi persona. Se dice que hice un pacto con el diablo para conseguir mi fortuna y que adquirí de manera extraña la Hacienda de Raboso, ya que el dueño original no me quería vender sus tierras hasta que una peste empezó a matar a su ganado. Dejaré que usen su criterio para creer o no en las habladurías. Creo que para el amor no hay diferencia de edad. Me casé cuando mi Gertrudis tenía 19 años y yo 31, un 8 de julio de 1791. En esa época los matrimonios eran contratos pragmáticos que buscaban mejorar la posición económica de una familia gracias a la dote de la mujer o el rango social del hombre y, también, en subir los escaños sociales por la adquisición de títulos nobiliarios. Pero puedo decir con orgullo que nuestro casamiento, además de por estas razones, había sido por amor. Para demostrarlo, mandé a hacer este retrato con el famoso artista poblano Hernando de Lara ocho años después de nuestras nupcias, para que las personas pudieran ver que vivíamos en constante cortejo y que el aprecio, la fidelidad y la dulzura eran el fundamento de nuestra relación.