Rodolfo Morales nació en Ocotlán de Morelos, Oaxaca. Se distinguió por su habilidad para abordar elementos del folclore mexicano con una perspectiva nostálgica, reconociendo las raíces nacionales que parecían desvanecerse en medio del proceso de modernización. En su obra, logra fusionar de manera natural lo inusual con lo cotidiano. En esta pieza, que destaca por su impresionante colorido, Morales representa a las mujeres como guardianas místicas y protectoras de la tierra.

Después de completar sus estudios y enseñar en la Ciudad de México, Morales regresó a Ocotlán en 1985. Su estudio ofrecía una vista panorámica del pueblo, lo que podría relacionarse con la vista amplia que se observa en esta imagen. En lugar de expresar ansiedad frente a la modernización, el artista parece proponer una imagen donde ambos mundos, el tradicional y el moderno, se entrelazan y complementan, creando una visión conciliadora que enaltece la belleza de lo cotidiano.

En la parte más alta de esta imagen, abrazando el resto de la pintura, las mujeres se muestran tan sólidas como la arquitectura y la naturaleza del paisaje oaxaqueño. La representación de estas mujeres, uno de los motivos constantes del artista y de suma importancia en la cultura de la región, unifica los elementos del cuadro como en otras de sus piezas lo hacen mujeres volando, sentadas, trabajando, etc.