Orplied interpreta la creación del mundo en un espacio paradisiaco y divino, asociado a la vanguardia surrealista que daba mucha importancia a los sueños y sus paisajes. La escena principal muestra a una mujer que es ofrecida en sacrificio a una bestia con rasgos de león y dragón. Hay barcas que remiten al más allá y una mezcla de culturas en la que destaca la egipcia, representada en las columnas con inscripciones que aluden a los dioses Horus (dios del cielo, la caza y la guerra) y Hathor (diosa de la fertilidad y la vida). Todo esto en medio de un paisaje fantástico lleno de vegetación, aves y seres espectrales.

Carrington siempre se interesó por la representación de los mitos de creación de otras culturas, así como por la reconfiguración de mundos ajenos. En este cuadro, destaca el cúmulo de símbolos y motivos sagrados que sugieren un ritual de enorme importancia en este pequeño mundo que ella ha creado.

La palabra Orplied puede referirse al país de ensueño creado por el poeta alemán Eduard Mörike, mencionado en su obra “Canción Weylas”:

¡Eres Orplid, mi tierra!
Que brilla lejos.
Tu orilla iluminada por el sol envía mar arriba
nieblas, que humedecen las mejillas de los dioses.