Alfredo Ramos Martínez es considerado el padre del arte moderno mexicano. La obra de este pintor regio combinó la pintura tradicional con la moderna. Su estancia en Francia le permitió conocer el trabajo de los pintores europeos e inspirarse en ellos. Su pintura aborda los temas de moda, recordando a los pueblos antiguos, y tiene un marcado sentimiento romántico. Muestra la vida cotidiana del México posrevolucionario a través de imágenes icónicas, por lo que se dice que fue el verdadero impulsor del modernismo en nuestro país.
Esta pintura, realizada sobre papel, retrata la relación mujer-flor con un tratamiento plástico cuyo origen simbolista asociaba los ciclos de la naturaleza con el florecimiento femenino y con la idea de un edén visto con nostalgia. La atmósfera de su obra está llena de una melancolía simbólica propia de esa tradición.