En el centro de la pintura, se destaca una fuente donde una mujer se ocupa de alimentar a un pelícano. Al fondo, emerge la imponente casa, que presume atributos clásicos, sugiriendo una posible inspiración en las villas italianas. Esta vivienda se encuentra enmarcada por vegetación y arropada por nubes en el horizonte. La fachada de la casa está adornada con cuatro esculturas que simbolizan las cuatro estaciones del año.
La creación de obras de este tipo requería que los artistas se sumergieran en el estudio de la zoología, la botánica y la arquitectura, con el fin de representar con la mayor precisión posible cada detalle presente en la pintura.
El artista que pintó esta escena, Francisco Javier Álvarez de la Torre, fue alumno de Eugenio Landesio, pintor italiano que llegó a la Academia de San Carlos para impartir las clases de perspectiva y paisaje. Para Landesio era importante plasmar la intimidad y armonía entre el hombre, la naturaleza y la arquitectura. Él transmitió esta idea a sus alumnos y ellos la replicaron en sus cuadros, tal como puede verse en esta escena de la casa de campo del señor De la Hidalga.