Debido a la maestría técnica con la que realizaba sus obras, Pelegrín Clavé fue uno de los retratistas más prestigiosos de su época. Además de la similitud física del modelo, que Clavé lograba con una equilibrada dosis de idealismo, la distinción de las poses, el vestuario y el mobiliario reflejaban el estado social y económico de sus personajes.

En este retrato de más de medio cuerpo, la posición social de la dama es evidente en las joyas que porta: un brazalete, una cadena de oro con relicario y aretes largos con brillantes y rubíes. Otras de sus cualidades son representadas a través del misal que sostiene en las manos, pues simboliza su devoción e indica que es una mujer piadosa, aspectos sumamente valorados en la sociedad del medio siglo XIX. La presencia de un jardín en el fondo de esta pintura la hace verdaderamente excepcional, ya que se trata de uno de los escasos retratos al aire libre que el pintor español creó en su carrera.