Pietro Gualdi llegó a México como escenógrafo de una compañía de ópera italiana que iba a presentarse en el Teatro Nacional, también conocido en algún momento como Teatro Santa Anna. Este recinto contaba con 2,395 butacas –999 butacas más que las 1,396 de la Sala Principal del actual Palacio de Bellas Artes– y en él se interpretó por primera vez el Himno Nacional Mexicano y se estrenó en México la clásica obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio. Lorenzo de la Hidalga, su arquitecto, le encargó al pintor una serie de cuadros pocos años después de su inauguración a mediados del siglo XIX.

En esta pintura, Gualdi representa con lujo de detalle la arquitectura del lugar. Sitúa al espectador justo en el escenario en el momento en el que se desarrolla una pieza dramática. El actor se encuentra frente a la audiencia y al apuntador en la concha. Desde la perspectiva del escenario, la imagen revela el teatro con sus butacas y los palcos ocupados de personas elegantemente vestidas, las candilejas encendidas y una sala ricamente adornada con esculturas, un plafón decorado, grandes cortinas y una imponente araña o candelabro suspendido en el centro.