Miguel Ruiz Jiménez describe su taller como el lugar en el que puede continuar su sueño. En él crea obras que reúnen conocimientos de alquimia, física, arquitectura y geometría. Trabaja con barro torneado y modelado cubierto de esmalte y reflejos metálicos. Su pasión nació a partir del contacto que tuvo con la arcilla en el taller de su padre y con la tradición de cerámica en España.
La combinación de materiales brinda a sus piezas un misterio y brillo muy característicos. La recreación del Mazara del Vallo de Madrid, por ejemplo, es muestra de las tendencias naturalistas del artista, que combina con instrumentos de su propia investigación sobre el arte nazarí y la cultura árabe.