Uno de los temas recurrentes en los paisajes de José María Velasco fueron las distintas vistas de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl. Para realizar este estudio al natural, el pintor se encontraba en Atlixco, Puebla. El interés por pintar paisajes y zonas productivas como esta no era casual. Además de nacer cerca de ellos, en Temascalcingo, Estado de México, donde existe un volcán, Velasco estudió geografía y geología, entre otras disciplinas, en clases nocturnas en la Academia de San Carlos. Durante esos años, el pintor estuvo influido por el interés en el paisaje y el realismo, de particular relevancia académica en la época.

En esta pintura, el artista ofrece una vista de los dos volcanes más representativos del país, mostrando su natural mirada del paisaje mexicano a través del uso del color y su composición en diferentes planos, en los que incluye no solo la vegetación y orografía, sino también elementos relacionados con la producción e inminente industrialización.