El elegante atuendo de los dos jóvenes retratados en esta pintura y sus caras casi de porcelana acentúan la responsabilidad, elegancia, finura y dignidad de estos dos profesionistas del México independiente. Los hermanos Agea, Juan y Ramón, miran directamente al espectador. En la mesa se encuentran objetos relacionados con la arquitectura: yeso de una hoja de acanto, el dibujo de un proyecto para un monumento a la Independencia, un tratado y un compás.
Los hermanos Agea eran estudiantes de arquitectura en la Academia de San Carlos, considerada la más importante de América. Como en el caso del mismo Cordero, sus méritos y talento los hicieron acreedores de una pensión para estudiar en Roma, donde fue hecha esta pintura.