El origen de la china poblana es relativamente incierto. Dice el dicho popular que “ni fue china, ni fue poblana”. En este cuadro costumbrista de mediados del siglo XIX, el pintor francés Édouard Pingret pinta con detalle el encanto que expresa la mujer que viste falda larga, rebozo y levanta un cántaro de agua con la mano izquierda. La coquetería y sensualidad de la mujer son apreciadas en la mirada que dirige de reojo al espectador.
La china poblana, además, es uno de los vestidos más representativos que figuran dentro de la cultura del estado de Puebla y de nuestro actual imaginario nacional. Entre 1830 y 1860, esta figura gozó de gran representación, tanto en grabados como en estampas litográficas, para ilustrar revistas, calendarios y álbumes de viaje realizados por artistas extranjeros, como en la literatura de la época. Su imagen estaba asociada con un carácter de libertad y erotismo.