Una escena familiar de la vida social novohispana y una naturaleza muerta en una misma pintura. Los cuadros de castas como este, además de mostrar las combinaciones raciales que se dieron entre los distintos grupos de la sociedad, buscaban representar la vida doméstica de la época, pues servían como propaganda del sistema racial y jerárquico. Generalmente, eran encargados por altos funcionarios y religiosos que simpatizaban con los proyectos de organización social de la Corona española.
Esta pieza de autor anónimo muestra el resultado de la mezcla étnica de un español y una negra: un hijo mulato. El pintor representa con ricos detalles las vestimentas de cada personaje y los diferentes tipos de carnes que sobresalen del mobiliario, particularmente la de guajolote, que además era un producto local. La carne era el alimento por excelencia, pues se pensaba que, además de nutrir, daba fuerzas y vitalidad.