La importancia del trabajo del maestro Antonio Castillo no solo está en la calidad y riqueza de su producción en plata, sino en que fue uno de los principales discípulos de William Spratling, el llamado “padre de la plata mexicana”. Este artesano norteamericano llegó a México en 1929 y fue amigo de artistas como Diego Rivera. Fundó una tradición platera basada en elementos precolombinos, cuando en Taxco aún no solía trabajarse este material. El maestro Castillo continuó esa labor y enseña actualmente a las nuevas generaciones.
Esta jarra es un fiel reflejo de las características esenciales que definen su artesanía excepcional: la elección de objetos utilitarios tradicionales, la atención minuciosa a la simetría y perfección en su fundición, así como la incorporación de materiales como la malaquita que añaden un toque de elegancia y distinción. En su taller, que ahora atiende su hija Lily Castillo, continúan fabricándose piezas utilitarias y joyería fina, siempre buscando innovar usando materiales autóctonos de la región, como el lapislázuli o el jade.