Sor Juana Inés de la Cruz

Soy la gran Sor Juana Inés de la Cruz. Todavía en vida llegaron a conocerme como ″Décima Musa″, y no por casualidad. Decidí ser monja con la seguridad de que tendría la oportunidad de sumergirme en un sinfín de conocimientos que no eran accesibles para las mujeres en mi época, la segunda parte del siglo XVII. Y así fue: llegué a conformar una biblioteca amplísima, a leer y escribir en varios idiomas, incluido el náhuatl de mi tierra, y a crear una obra literaria comparable con la de grandes escritores peninsulares como Góngora o Quevedo. Tuve de mecenas a importantes religiosos e incluso a virreyes, pero la impresión de estar adelantada a mi tiempo y de tratar temas que supuestamente no me correspondían provocó que se dictaran órdenes para destruir mis escritos. Gracias a otras personas conscientes de su importancia, fueron publicados y hoy pueden leerse: desde mi lírica barroca como Primero sueño, hasta mis autos sacramentales como El divino Narciso o mis obras teatrales como Amor es más laberinto. Desde hace mucho lo fui y aún hoy sigo siendo referente de la literatura en lengua española, a pesar de que como mujer tuve que afrontar las condiciones y desventajas que nos eran impuestas.