Probablemente inspirado en las pinturas de El Bosco y las aventuras literarias de Julio Verne, el paisaje de O’Gorman presenta a la ciudad moderna como un lugar de explotación y locura. Fábricas, globos aerostáticos y construcciones de estilo morisco convierten a la ciudad en una Torre de Babel, símbolo de soberbia y caos. Gracias a la minuciosidad en el detalle, casi se pueden escuchar los sonidos y sentir el ambiente caótico.
Pese a ser un aclamado arquitecto funcionalista y trabajar en varias construcciones urbanas, O’Gorman expresa dudas muy serias acerca de las bondades de las ciudades modernas. En su labor como arquitecto, el artista realizó una constante diferenciación sobre la arquitectura funcional y la puramente estética. Aquí parece aludir a ese último tipo de arquitectura que posee oídos sordos ante el mundo o está encaminada a crear torres de marfil que aíslan a sus habitantes, manteniéndolos en espacios de cristal ajenos a la realidad de su entorno.