En primer plano aparece una figura femenina de gran tamaño y rasgos exagerados que ocupa prácticamente la totalidad del cuadro, destacando sobre un fondo de textura pastosa que crea un marcado contrastaste con su anatomía. La mujer está acompañada de elementos propios del arte clásico, como la columna y el manto blanco. Sin embargo, Alfonso Michel parece reinterpretar el cuerpo clásico con formas más robustas y gruesas, como las estatuas prehispánicas de la región de Colima, en un paisaje dotado de abundancia.
Alfonso Michel, originario de Colima, tenía una inclinación por incorporar de manera libre elementos de los pintores que había conocido en su vida, como Jesús Guerrero Galván, o bien a través de sus piezas, como Braque o Giorgio de Chirico. Esta diversidad de influencias le otorgó a su discurso artístico una riqueza y profundidad inigualables. En un contexto en el que predominaba el arte político, Michel optó por alejarse de estas corrientes para dedicarse a propuestas más poéticas que contaran o sugirieran historias, marcando así su propia senda en el mundo del arte.