Impulsado por un firme propósito nacionalista, Diego Rivera se esforzó por crear una sensación de identidad y fomentar un profundo sentimiento de orgullo identitario a través de sus obras. La representación de una mujer indígena sosteniendo un frondoso ramo de alcatraces corresponde con esta etapa de la carrera del artista, en la que realizó numerosas pinturas de mujeres indígenas con flores y expresó la relación de sus cuerpos con la fecundidad de la naturaleza.
Vendedora de alcatraces forma parte de una serie de pinturas que se inspiran en este motivo. El alcatraz, una planta originaria de África, fue asociado por Rivera con la mujer indígena, introduciendo esta flor en el imaginario de “lo mexicano”.