Dr. Atl era un apasionado de los volcanes y el paisaje. Realizó varias excursiones al Popocatépetl, llegando hasta su cráter. Incluso vivió durante dos años a sus faldas, desde donde se dedicaba a contemplarlo, estudiarlo y pintarlo. El Dr. Atl recuperaba el lenguaje plástico del impresionismo y el postimpresionismo, donde la relación con la luz y la naturaleza tenían un papel fundamental y subyacía un espíritu romántico. Por otro lado, sus paisajes mostraban el interés del pintor en las innovaciones técnicas en materia de visión que se habían dado con la fotografía, lo que lo llevó a desarrollar propuestas de aeropaisaje o vistas desde el aire.
En esta pintura, el Dr. Atl muestra al volcán desde la localidad de Tlamacas en el Estado de México, uno de los puntos más cercanos al gran volcán. Lo presenta de manera dinámica a través de los famosos Atl-colors, creados por el artista a partir de pigmentos, cera y resina, que le dan una textura diferente al pastel, además de un rápido secado y un acabado duradero.