Desde los balcones del Castillo de Chapultepec se aprecia una espectacular vista de la Ciudad de México en el siglo XIX. Se ve el Paseo de la Reforma, una de sus glorietas y, a la derecha, la actual avenida Chapultepec con parte de los arcos que conformaban el acueducto que llegaba al Salto del Agua.
En el lado izquierdo está el acueducto de la calzada de la Verónica, conocido hoy como el Circuito Interior Melchor Ocampo. También se alcanzan a distinguir las torres de la Catedral Metropolitana y el cerro del Peñón, que está a un costado del actual aeropuerto capitalino. Se puede observar el lago de Texcoco, la Sierra de Santa Catarina a la derecha y la de Guadalupe a la izquierda y, por supuesto, los ya icónicos volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Los pocos datos conocidos sobre el autor indican que se dedicó a pintar escenas de corte histórico y que, aunque no tenía formación académica, alcanzó mucha destreza en el género del paisaje.